martes, 14 de mayo de 2013

La abuela del autobús.

Hace un par de días, me disponía a esperar mi autobús de vuelta a casa y me encontré a una señora mayor. Como esas abuelas que dan ganas de comerse a besos, como las mías. Tenía pinta de tener unos 70 años y me preguntó que si sabia por donde pasaba ese autobús. Se lo dije y luego la ayudé a buscar el camino, alternando buses, para ir hasta su casa. Luego se sentó en el banco, se la veía cansada, le dije que no se preocupara que se quedara sentada y ya la avisaría cuando llegara nuestro autobús. Entonces me dijo: 

- Gracias niña, con 90 años (90?!) no se puede ir a ningún lado, que luego una ya no sabe ni donde para. Es curioso que con mi edad entienda lo que me decía mi madre de joven. Cuando volvía de un guateque, de eso ya hace muchos años claro, me preguntaba siempre: "has vuelto bien? habían personas?" Nunca entendía porque me decía eso, si yo le había dicho que había mucha gente. Ahora lo entiendo ( y sonrió mucho, de sonreír grande!) que haya gente no significa que tenga que haber personas. Gracias a Dios, aun quedan... 

En ese momento me quedé estupefacta. Una mezcla de la cara que se te queda cuando te dicen algo bonito y la que se te queda cuando acabas de resolver un problema de mates muy difícil (que para mi eso era fácil puesto que todo lo que tuviera números era para mi un problema). 

Subimos al autobús, y al bajar en su parada se giró y me dijo: 
" Gracias niña, un placer encontrarse personas con los tiempos que corren. Que tengas un buen día". 




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