domingo, 15 de diciembre de 2013
Se le daba tan mal.
Se le daba tan mal relacionarse con la gente, que le habían salido arrugas en el entrecejo de tanto fruncir el ceño por no entenderlos. Porque era incapaz de entender que alguien hiciera justo lo contrario a lo que queria mostrar realmente, por unas normas imaginarias que todo el mundo sabía. Una especie de código moral dictaba que si pasabas de él un poco, había una ley de alguien llamado Vida que hacía que el vendría. Ella no se enteraba absolutamente de nada. Como iba a saber lo que quería la gente si a veces (y no se sabe cuando) hacían lo contrario de lo que querían para que tu supieses que en verdad no quieren eso? Ella estaba loca, pero cuando veía estas cosas creía firmemente que estar cuerda es lo peor que te puede pasar en la vida. En su mundo se estaba calentito, siempre había una sonrisa a quien abrazar y si te enfadabas siempre podías pegar patadas y gritar a los cuatro vientos el porque. Ahí se estaba mejor. De vez en cuando se escapaba a cargar pilas a su mundo, mientras los demás creían que pensaba la manera de expresar lo que no sentía. Nunca.
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